¿Qué es el colonialismo? ¿Qué es un Estado colonial? Con estas preguntas se inicia la investigación de este libro ya clásico de los Estudios Subalternos. Ranajit Guha muestra aquí cómo el Estado colonial en el subcontinente indio, y en general en casi todas las viejas colonias del siglo XIX, fue esencialmente diferente del Estado burgués metropolitano. La burguesía pudo imponer su dominio en Europa, y específicamente en Inglaterra, mediante una combinación de coerción y persuasión. Al final de este proceso, la ideología liberal democrática convirtió al Estado metropolitano en algo parecido a un representante legítimo de los intereses de la sociedad civil, identificando ésta con la nación y la nación con el Estado. Esta forma de Estado resultaba sin embargo imposible en la India, donde se debía aplicar un elevado nivel de violencia a fin de sostener al Raj. La singularidad del Estado colonial en el subcontinente indio descansaba precisamente en esta paradoja: era una autocracia sostenida en Oriente por la principal democracia liberal burguesa de Occidente. Este Estado no hegemónico era incapaz de asimilar la sociedad civil de los colonizados.Guha, sin embargo, no se detiene en la denuncia histórica de las élites británicas y del imperialismo. Extiende la crítica a sus sucesores: las élites indias y el Estado nación indio. A partir del análisis de los discursos historiográficos coloniales y nacionalistas, demuestra la innegable continuidad con el régimen colonial. Los dirigentes nacionalistas, hasta hacía poco colaboracionistas, emularon a la burguesía metropolitana arrogándose la representación de toda la nación, con el objetivo explícito de evitar todo atisbo de lucha de clases. Al dejar fuera a campesinos y trabajadores, en la India se reprimió otra voz, una voz subalterna que correspondía a una gran parte de la sociedad, y cuyo antagonismo la burguesía nacionalista trató de neutralizar más por medio de la disciplina que de la persuasión. En este caso también, Guha demuestra cómo los dirigentes indios y el nuevo Estado no consiguieron salvar la principal contradicción del Raj británico, la de una dominación sin hegemonía.
En el comienzo se inspira en el mito de Adán y Eva para dar forma a un cuento original que nos invita a sumergirnos en el hecho religioso y desentrañar los tópicos que lo han envuelto durante siglos. El relato breve, acompañado por unas magníficas ilustraciones, se complementa con varios textos que sugieren caminos para la reflexión posterior. Todo ello hace del conjunto un fuerte grito en contra de la ciega obediencia que exigen la mayoría de religiones, un alegato a favor de la capacidad humana para elegir por sí misma y rebelarse frente a la opresión. Podríamos calificarlo como una especie de "precuela del Génesis bíblico" una relato que nos habla de una hipotética Creación, anterior a la que aparece en los textos del Antiguo Testamento. Un texto que implícitamente contiene una carga de profundidad contra las tesis que aparecen en los "Textos Sagrados". El texto principal corre a cargo de Roberto Martínez ( en el apéndice podemos encontrar otro de Mijail Bakunin) y las ilustraciones a color que decoran hermosamente las páginas del libro son obra de Laura Cazo.
En esta brillante investigación sobre la política y los significados de los paisajes urbanos, el original sociólogo Göran Therborn nos propone un viaje alrededor de las ciudades capitales del mundo. El recorrido comienza con la emergencia de los Estados nación, para los que la constitución de su propia capital se convirtió pronto en una cuestión problemática. El análisis sigue luego con el impacto de las grandes reformas urbanas, los movimientos de protesta y resistencia popular, el auge y caída del fascismo y la experiencia del comunismo. Finalmente concluye con lo que llama «momentos globales» de la formación urbana.
A través del entrecruzamiento de distintas perspectivas (política, sociológica, urbana, iconográfica), Therborn cuestiona las asunciones acerca de las fuentes, manifestaciones y alcance del poder urbano. Defiende que existe un fuerte vínculo entre la ciudad y el Estado nación y que la globalización de las ciudades está fuertemente dirigida por la aspiración global de políticos y urbanistas, pero también por el capital local y las viejas tradiciones nacionales e imperiales. Con su visión única y sistemática, desde Washington hasta el París revolucionario, pasando por la capital de Kazajistán del siglo xxi (Astaná), sus ricas observaciones en todos los continentes, y su agudos y multifacéticos análisis, Las ciudades del poder nos fuerza a repensar nuestro futuro urbano a través de la constitución histórica del presente.
En estos tres textos Mario Tronti presenta su teoría de la política del siglo XX, que en su opinión es la historia de la política de la clase obrera, la política del comunismo como horizonte de la lucha de clases y la constitución de las clases subalternas como clases dirigentes y sujeto político capaz, por primera vez en la historia, de producir un proyecto racional de liberación colectiva susceptible de arrancar a las clases dominantes el control de la reproducción social. La política del sujeto obrero ha sido durante el siglo XX la fuerza primordial para definir el proyecto político de la modernidad y la primera forma de constitución política que ha presentado un desafío estructural por parte de las clases subalternas al proyecto secular de dominación construido por las clases y elites dominantes capitalistas. La política comunista entendida como una apuesta racional de introducción del antagonismo del sujeto productivo como variable independiente de la reproducción social y de destrucción del proyecto de subordinación y explotación global de la riqueza planetaria.
Las preguntas esenciales que plantea Tronti en este libro ?cómo puede pensarse hoy la política tras la derrota del proyecto comunista en el largo siglo XX y cuáles son las relaciones entre antagonismo social y constitución política de las clases dominadas en un entorno de grave crisis del capitalismo, de mutación geopolítica del contexto global y de reacción neoautoritaria de las elites occidentales? constituyen una lúcida reflexión sobre la construcción necesaria de sujetos políticos fuertes capaces de orientar su acción en términos netamente poscapitalistas y revolucionarios en este momento histórico. ¿Cómo construir en consecuencia una política radical, dotada de un fuerte impacto antisistémico, que logre poner fin a la dominación capitalista cuando la crisis es multidimensional y ecológicamente compleja y la composición técnica y política de la fuerza de trabajo ha cambiado radicalmente, oscilando entre el trabajo cognitivo de alta valencia productiva y la vigencia de modelos de explotación neofeudales de una brutalidad y extensión enormes? ¿Cómo pensar ese sujeto político en una coyuntura en la que la violencia del capital y sus elites vuelve a imponerse como un expediente cotidiano de gestión del antagonismo social, cuya virulencia se evidencia en las formas de administración de la crisis de 2008, en la gestión de los flujos migratorios y en el incremento exponencial de la desigualdad dentro de los países individualmente considerados? Si la política de la fuerza de trabajo, que ha vertebrado el siglo XX, constituye la premisa para pensar un mundo en el que la igualdad y la justicia sean fruto de la potencia de los sujetos productivos y no el resultado miserable de su explotación estructural por las relaciones capitalistas de producción, entonces las formas inéditas de cooperación social y de organización política posnacionales indican el horizonte de construcción de los nuevos sujetos políticos en el momento presente.
Desde hace varias décadas no dejan de acumularse las evidencias de que algo funciona mal, muy mal, en las actuales economías capitalistas. Los problemas de acumulación heredados de los años setenta no parecen haber encontrado solución alguna en las décadas siguientes. Ni la respuesta tecnológica (robotización, nuevas líneas productivas), ni la organizativa (subcontratación, terciarización), ni tampoco la espacial (los ciclos productivos de China y el sur de Asia) han logrado elevar las tasas de rentabilidad de una forma sostenida y duradera.
No obstante, la crisis del capitalismo histórico dista de reducirse a su base material, incluida la dimensión ecológica. La profundidad de la actual crisis, la situación «terminal» del capitalismo, viene redoblada por los componentes culturales y sociales de la misma. En primera instancia, la incapacidad de estas mismas sociedades para autoanalizarse y comprender la naturaleza de su decadencia. Pero también, los automatismos de una reacción política insuficiente, y a la postre inútil, fundada en la insistencia en el reformismo que, dentro de los marcos de un Estado y un capitalismo en crisis, ya no resulta viable.
En «Capitalismo terminal» encontramos uno de los argumentos más contundentes, también más inquietantes, de la crisis civilizatoria en la que estamos ya completamente inmersos.
El movimiento feminista ha alcanzado en los últimos años un protagonismo de nuevo tipo. La masividad y radicalidad de esta experiencia política desbordó las calles y transformó la gramática de diversas luchas. Parte de un proceso que sigue abierto, La potencia feminista está escrita en clave de investigación militante, entre asambleas y paros, en diálogo con compañer*s de todo el mundo, desde dentro de las dinámicas organizativas. En este sentido, la huelga como concepto y como experiencia colectiva le sirve de lente para delimitar algunas problemáticas actuales del movimiento feminista y de la teoría política en general: un diagnóstico de la crisis que permite poner en conexión la violencia contra las mujeres con los regímenes globales contemporáneos de acumulación y de gobierno, con el actual patriarcado colonial de las finanzas; un replanteamiento de lo que entendemos por trabajo y consumo, por producción y reproducción, por explotación y extracción, para entender que hoy el capitalismo acumula sobre todas las formas de cooperación social, de trabajo vivo, de vitalidad social; la necesidad de componer las rebeldías, desplazando la retórica de la victimización, en el cuerpo a cuerpo que permiten las asambleas y los conflictos compartidos; una impugnación concreta, situada y a la vez parte de un nuevo transnacionalismo, al neoliberalismo y a la contraofensiva que este ha lanzado aliado con el conservadurismo. El retorno al orden que ambos propugnan, la vuelta al hogar heteronormativo que lidia de forma aislada con la escasez, la deuda y el despojo, es ya imposible. El deseo de cambiarlo todo, del que también surge este libro, se ha demostrado imparable.
Este volumen reúne las conocidas y bastante discutidas ponencias W. E. B. Du Bois que Stuart Hall impartiera en la Universidad de Harvard en 1994. En el momento de su mayor plenitud intelectual, el jaimacano disecciona críticamente el concepto de raza, su sustitución moderna por el de etnia y la remisión de este último a la nación política. Se tata de un ejercicio sofisticado y agudo, en el que muestra cómo el horizonte de la raza, aun desprovisto de toda la vieja ideología biologicista y pseudocientífica, sigue marcando la experiencia social contemporánea, tanto en sus formas racistas como antirracistas. El marco a combatir es el de un esencialismo con el que se marginan, pero también se afirman, determinados grupos sociales. A su vez, la expresión aparentemente más culturalista de la «etnia» tampoco supera la imagen de unas comunidades segregadas, cerradas, culturalmente autosuficientes.
Hall nos muestra aquí cómo la política del siglo XXI está esencialmente atravesada por el hecho de la diferencia, apuntalada además por la nueva ola de migraciones masivas con dirección sur-norte. La articulación de esta política en forma de alianzas abiertas, a partir de la experiencia de la diáspora, del mestizaje y de la traducción de experiencias distintas parece ser el reto de este libro, así como de todos aquellos implicados en una política netamente emancipatoria.
Cuando la catástrofe no se puede negar hay que gestionarla. Los defensores del Green New Deal nos lo presentan como una hoja de ruta para emprender, de modo justo e igualitario, la transición ecológica que la realidad impone. Pero ¿lo es? Aunque respaldado por una parte de los llamados movimientos sociales, nosotros consideramos que este pacto sirve a la dominación para disfrazar sus intereses.
Este libro recoge las distintas intervenciones que tuvieron lugar el jueves 17 de octubre de 2019 en Madrid, en la Fundación de estudios libertarios Anselmo Lorenzo (FAL). Nos decidimos a publicarlas porque creemos que es importante compartir ideas que puedan contribuir a la formación de una respuesta anticapitalista a la crisis ecológica. Incluso lo encontramos necesario, en cuanto que a penas se oyen voces sobre la cuestión climática poniendo en duda el papel del Estado y una solución autoritaria.
El campo de la geografía crítica ha experimentado una creativa explosión en las últimas décadas. La geografía ha pasado de ser una disciplina presuntamente neutra, dedicada a espacializar fenómenos objetivos (los climas, la población, las infraestructuras), a convertirse en un verdadero campo de batalla en la explicación de la producción de las formas de dominio y, concretamente, del capitalismo contemporáneo. En Desarrollo desigual, un clásico en su campo, Neil Smith ofrece la primera teoría completa del desarrollo geográfico desigual, entrelazando teorías del espacio y lo que llama «producción de la naturaleza» con una crítica del desarrollo capitalista. Con sus análisis pioneros, el trabajo de Smith anticipó muchos de los contornos desiguales que ahora marcan la globalización neoliberal.
Principal compañero de David Harvey (quien a su vez prologa este libro) en la reelaboración crítica de los estudios sobre el espacio, Neil Smith se ha convertido en una referencia obligada para cualquiera que esté interesado en entender las geografías contemporáneas del capitalismo. Esta tercera edición de Desarrollo desigual, traducida por primera vez al castellano, incluye un epílogo que actualiza su análisis en el marco de la reciente crisis de la globalización neoliberal.
Común, procomún, comunes, comunales... las denominaciones varían, pero todas ellas apuntan a formas de propiedad, uso y aprovechamiento de los recursos, la vida y el planeta que no pasan ni por la mercancía ni por el Estado. En este libro, Silvia Federici explora la noción de lo común. Nos dirige la mirada hacia la gran expropiación, todavía en curso, que supone la inacabable imposición del capitalismo. Los comunes, las formas de organización comunitaria de los ecosistemas humanos, existen desde que se formaran las primeras sociedades. Y los comunes han sido el objeto prioritario de sucesivas rondas de rapiña y cercamiento capitalista, que todavía hoy persisten sobre la tierra, el cuerpo, la vida y el conocimiento, especialmente cuando estas materias se dicen en femenino.
Federici apunta, de este modo, a un futuro posible de emancipación, de organización no patriarcal y no capitalista de la reproducción social, que pasa necesariamente por una ampliación y reinvención de lo común. Como ella misma dice: «El horizonte que nos propone el actual discurso y política de los comunes no consiste en la promesa de un retorno imposible al pasado, sino en la posibilidad de recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino en esta tierra». Esto es lo que ella llama reencantar el mundo.
El autor (1873-1958), anarquista alemán, de oficio encuadernador y de formación autodidacta, es autor de numerosas obras que abarcan la historia, las biografías, la economía y la política; sus memorias constituyen un monumental repaso a la actividad político-social que desarrolló durante toda su vida. Fue censurado, calumniado, proscrito, denunciado, procesado, encarcelado, deportado y exiliado. Luchó siempre al lado de los explotados, reflexionando sobre las posibilidades de un futuro libertario para la humanidad. Buscó conjugar teoría y acción, adecuando los métodos de actuación con los fines deseados. Fue uno de los promotores de la reconstrucción, en 1922, de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), a la vez que teorizó sobre la trabazón del anarquismo con el sindicalismo. Nacionalismo y cultura es quizá su obra maestra. Escrita a principios de los años 30 del siglo pasado, su manuscrito fue lo único que pudo salvar cuando huyó de los nazis en 1933. En ella desmenuza el pretendido socialismo científico, llegando a la conclusión de que la dialéctica marxista no es otra cosa que la traducción del fatalismo religioso al campo de la economía.
La trayectoria de Juana Rouco Buela coincide con la edad de oro del anarquismo rioplatense de principios del siglo XX. En este sentido, la reedición de su autobiografía, publicada por primera vez por las ediciones Reconstruir en Buenos Aires en 1967, confirma una voluntad de seguir difundiendo la esencia del ideal anarquista "vivido por una mujer", una mujer excepcional, que dejó un testimonio valioso sobre una época que cambió para siempre el imaginario social de las generaciones militantes del anarquismo argentino y mundial. La resonancia de su trayectoria a través de los años nos invita a volver a pensar la novedad de sus planteamientos no solamente en el contexto de la época, sino también en los tiempos más actuales, y a considerarlos como una herencia al servicio de las generaciones ácratas del futuro.
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